La huella ecológica de lechuga orgánica

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La huella ecológica de lechuga orgánica 

El problema del sistema alimentario va muchos más allá que simplemente decir “todo alimento de origen animal = malo y todo alimento de origen vegetal = bueno”.  Si realmente queremos suavizar nuestro impacto sobre la Madre Tierra, tenemos que retornar a un consumo más LOCAL (no necesariamente más VEGETAL).  Lo que uno debe comer, si es que tiene un enfoque ecológico de vida, dependerá en gran parte de lo que está disponible en su bioregión Y lo que está ahorita de estación.

En este post, les doy un ejemplo de un alimento, la lechuga orgánica, que parece “ecológico,” cuando no lo es.

Vivimos en un momento muy difícil en la humanidad.  No hay manera de no tener un impacto sobre la Tierra.  La idea es ir informándonos lo mejor posible, con toda la información a la que tenemos acceso en este momento para así poder tomar buenas decisiones sobre qué (o quién) apoyamos cuando gastamos nuestra plata.  

La idea también es siempre mantener la mente y el corazón abiertos para cuando tenemos que, inevitablemente, cambiar nuestra perspectiva al buscar mejores fuentes de información.


Aquí en los EEUU, la mayoría de las frutas y verduras domésticas vienen de California. Muchas otras verduras vienen de países lejanos. Por ejemplo las manzanas ahora en el supermercado llegan desde Nueva Zelanda….¡que lejísimo! 

Como promedio, un alimento tiene que viajar más de 2.400 km para llegar a un plato estadounidense. Estoy segura que las cifras en otros países cada vez más se parecen a las estadounidenses. 

En el maravilloso libro “El Dilema del Omnívoro,” el autor Michael Pollan nos habla de la consecuencia medioambiental de nuestro sistema industrial alimentario, en el que muchos alimentos viajan tan lejos para llegar al plato.  (Ni siquiera hablaremos de que 40% de la comida en EEUU está desperdiciada).  

Escribe Pollan: “Una caja de una libra (menos de medio kilo) de lechuga contiene 80 calorías de energía. Según el ecologista de Cornell, David Pimentel, para cultivar, enfriar, lavar, empaquetar, y transportar esta caja de lechuga orgánica (desde California) a un plato en la costa este de EEUU requiere más de 4,600 calorías de energía combustible fósil, o sea, 57 calorías de energía fósil por cada 1 caloría alimenticia. (Estas estadísticas subirían alrededor de 4% si la lechuga fuera convencional y no orgánica.)”

¿Increíble no?  Eso no es un sistema sostenible.  Al leer el fragmento, me hace recordar en la importancia de pensar ANTES de comprar y siempre preguntarme

  • ¿De dónde viene este alimento o producto?  
  • ¿Cuánto petróleo se ha necesitado para que me llegue a mi?  
  • ¿Realmente lo necesito?
  • ¿Hay una opción local que puedo comprar en vez de este?  

Dicen que hay que pensar globalmente y actuar localmente.  Yo estoy totalmente de acuerdo con esto. 

Lo más que cada uno pueda, debe comprar sus alimentos (y otros productos) de las granjas de su región, de las tiendas de su comunidad, de su bioregión. Así, estamos votando responsablemente con nuestra plata. 

Cada compra es una oportunidad de hacer crecer un poquito más nuestra conciencia así también ayudando a que crezca la conciencia colectiva.

Con mucho amor (y creciente conciencia),

Katita